La Virgen María tuvo un papel protagónico en nuestra salvación; es imposible que no la veneremos y honremos.
Cuando revisamos la travesía de Fe de la Virgen, a través de los relatos de San Juan y San Lucas; nos damos cuenta, que ella era una jovencita muy sencilla, con una gran fe, que esperaba fielmente la venida del Mesías; el cual había sido prometido por Dios a su pueblo a través de los profetas.
Había un misterio que ni ella misma conocía y es que estaba destinada a ser la Madre del Redentor.

MARIA EN LA ANUNCIACION
En la Anunciación, cuando el Mensajero de Dios baja y le dice a la Virgen “llena de gracia”( Lc. 1, 28), “vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús” ( Lc 1, 31)
Ella sin dudar, da el SI y le responde con aquella obediencia “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”. (Lc 1, 38)
Y la segunda persona de la Santísima Trinidad se encarnó en sus entrañas purísimas y dio la vida al mundo, este misterio divino se proclama con las palabras del Credo de la Misa que dice : “El cual por nosotros los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre”.
Desde entonces es reconocida como Madre de Dios y del Redentor.
MARIA EN EL MINISTERIO PÚBLICO DE JESÚS
Al principio en la vida pública de Jesús, aparece su Madre en las bodas de Cana de Galilea, ella suscita con su intercesión el comienzo de los milagros de Jesús, cuando le dice “falta el vino” (Jn 2, 3) y Él le responde “mi hora no ha llegado” (Jn 2, 4), ella se separa humildemente y dice “hagan todo lo que Él les diga” (Jn 2, 5).
Jesús pone el Reino de Dios por encima de cualquier condición de la carne y de la sangre, proclamando “bienaventurados a los que escuchan y guardan la palabra de Dios”.(cf. Lc 11, 27-28). María fue la primera discípula en acoger esa palabra de su hijo.
MARIA Y LA IGLESIA
La Iglesia Católica, desde los tiempos antiguos, ha honrado y venerado a la Santísima Virgen con el título de “Madre de Dios”, este culto, es diferente del culto de adoración que se da al Verbo encarnado, al Padre y al Espíritu Santo (LG 66).
La Iglesia exhorta a todos, que encomienden su vida y su apostolado a la Virgen, rezándole en forma periódica, pidiéndole intercesión, testimoniando los favores que se reciben de Dios, adornando sus imágenes, peregrinando.
La Lumen Gentium, una de las dos constituciones dogmáticas del Concilio Vaticano II, dice que la imagen de la Virgen María aumenta el amor por ella e incrementa poderosamente la unión espiritual con Jesús (LG 67).
Recordemos, que la verdadera devoción, procede de contemplar la fe auténtica, que nos lleva a reconocer la excelencia de la Madre de Dios, modelo del discípulo, que nos impulsa a un amor filial hacia nuestra Madre y a la imitación de sus virtudes (LG, 67)
MARIA EN LA PASIÓN
Durante el Calvario, Cristo Jesús agonizante en la cruz, le dice a María: «Mujer, he ahí a tu hijo» (cf. Jn 19,26). Y nos dice a nosotros a través de Juan que es el que representa al pueblo “He ahí a tu Madre”(cf. Jn 19,27). Por eso, con toda autoridad decimos que Jesús, durante ese momento nos entregó a María como nuestra Madre.
Allí en el Calvario, la Virgen María mantuvo fielmente su unión con el Hijo hasta la muerte, estuvo de pie, sufriendo profundamente ese dolor con él, pero aceptando con amor ese designio de Dios.
En esa hora más oscura, cuando ella estaba al pie de la cruz; por su condición humana, su corazón pudo haber estado lleno de odio, duda, desesperación; pero ella mantuvo su fe, su esperanza y el amor a Dios; que fue lo que la mantuvo de pie hasta el final.
Eso nos deja una enseñanza muy grande y es que cuando nos enfrentemos a nuestras propias dificultades y sufrimientos, imitemos esas virtudes de la virgen, manteniendo esa fe, esa esperanza y ese amor por nuestro señor Jesucristo!!
VIRTUDES DE MARIA QUE HAN DE SER IMITADAS POR LA IGLESIA
Dice San Jerónimo; un gran santo padre de la iglesia, que si verdaderamente amamos a la Virgen, imitemos sus virtudes y sus actitudes.
FE EN DIOS
María tiene una confianza absoluta en la omnipotencia de Dios y en que todas sus promesas se cumplirán.
En la anunciación, María creyó en las Palabras del ángel, ella claramente le contesta “hágase en mí según tu palabra” (Lc 1, 38), expresión que denota fe y confianza hacia el Señor!.
HUMILDAD Y OBEDIENCIA
Tan grande es la humildad de María que ella misma se reconoce como “la esclava del Señor” (Lc 1, 38). María es la sierva obediente, que no contradice ni en pensamientos ni en obras la voluntad de su Señor.
María tenía motivos más que suficientes para crecerse y reconocerse superior a sus semejantes; sin embargo, ella vivió siempre y en todo momento con una humildad y simplicidad increíble. María nunca buscó primeros lugares ni honores, y si los recibía, no se quedaba con ellos, sino que los dirigía a Dios: “mi alma engrandece al Señor” (Lc 1, 46)
SERVICIO
María marcha para visitar a Isabel, ella le va a servir a su prima. Lo mismo pasa en las bodas de Cana, donde María se preocupa por los demás, “No hay Vino” (Jn 2, 3)
Esto dos ejemplos, nos ilustran el verdadero significado de la vida al servicio de los demás y nos marcan la pauta para seguir esa preciosa virtud de la Virgen.
INTERIORIDAD
La virtud de la interioridad de María, que sabe escuchar a Dios en el silencio. “María guardaba todas esas cosas y las meditaba en su corazón” (Lc 2. 19)
Imitemos a María, en tener ese silencio interior, que nos permita estar en sintonía con el Señor y que sus mensajes, no pasen como el viento, sino que se queden y echen raíces en nuestro corazón.
Todas las virtudes de María se centran en hacer la voluntad del Señor, y ese es el mensaje principal de nuestra Madre Santísima a todos, cuando nos dice con voz amorosa: “Hagan lo que El les diga”
Este mes de Mayo, mes que celebramos el día de la Madre; recordemos y honremos a nuestra amadísima madre; imitando sus virtudes y haciendo la voluntad de Nuestro Señor Jesucristo.
Tomado de:
El Redentor, edición No 57 MAYO 2017
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